La leche de mamá vs. la leche de la vaca

BANNER_DSC2324

La antropóloga británica Gabrielle Palmer, en su libro – Políticas en Lactancia Materna– se refiere así en relación a nuestros orígenes:

–La lactancia es la verdadera esencia de nuestra identidad; el proceso de amamantar evoluciona aun antes de la gestación y cada mamífero ha ido diseñando, a través de los milenios, una leche única y exclusiva, acorde a sus propios requerimientos, a su conducta y al ambiente en donde vive. Es una estrategia de supervivencia espectacular el hecho de que nos llamemos, en honor a la presencia de la glándula mamaria: mamíferos... animales que dan de mamar a sus crías–

Es una ironía esto de rescatar la práctica de la lactancia materna, pues esta práctica nunca se debió perder.

Hasta hace algunos años, amamantar era parte de la experiencia de la maternidad, como lo es la gestación y el nacimiento. Nuestras abuelas y bisabuelas no pensaban dos veces para amamantar; hoy día, muchas venezolanas lo piensan dos veces-¦ y deciden ni intentar.

Cuando las mujeres optan por alimentar a sus hijos con fórmula infantil o leche artificial, con frecuencia lo ven como una elección entre dos alimentos infantiles. Sin embargo, su propia leche es mucho más que proveer calorías a su recién nacido. La leche materna es el punto focal de la salud infantil. Es la continuidad natural del proceso de gestación y nacimiento. Es un hermoso proceso interactivo en el cual, ambos, madre e hijo, trabajan juntos para producir una sustancia biológica viva, activa y cambiante, que mientras nutre al bebé, protege a ambos, a la madre y al hijo de una plétora de enfermedades y así mismo permite establecer una relación cálida y amorosa entre ellos, una poderosa conexión emocional, que perdura por muchísimo tiempo después del nacimiento.

La constante comparación de la leche materna con la fórmula infantil, ha llevado a reducir la práctica de la lactancia materna, en aras del incremento de la práctica unidimensional de los sustitutos de la leche materna. La fórmula infantil es simplemente alimento, pero el líquido vivo llamado leche humana, es el alimento con el nivel de mayor seguridad alimentaria que se consigue en el planeta Tierra y además constituye una medicina única y sofisticada, que se elabora en el cuerpo de una mujer, a partir de su sangre, e independientemente de la concepción, exclusivamente para el consumo del ser humano en su momento de mayor vulnerabilidad.

Los bebés amamantados son más sanos, sufren menos hospitalizaciones y tienen menor índice de mortalidad que los bebés alimentados con fórmula infantil; no solo son menos enfermizos, sino que también van a padecer menos enfermedades crónicas durante su vida. Muchísimos menos niños mueren cada año de enfermedades que la leche materna ayuda a prevenir, incluyendo la diarrea, la neumonía y el síndrome de muerte súbita en la cuna.

Estas propiedades medicinales de la leche materna se extienden no solo al receptor sino también al proveedor. No solo los bebés amamantados son más saludables, sino que muchos de los estudios demuestran que la mujer que amamanta recibe también una protección por largo tiempo de una serie de enfermedades que incluyen infecciones del tracto urinario, fracturas de cadera, osteoporosis y cáncer de mama, ovario y cuello uterino. Una mujer que amamanta por dos años tiene una probabilidad significativamente menor de sufrir de cáncer de mama que una mujer que nunca ha amamantado.

La potencial economía de costos en salud que provee las ventajas en salud de la leche materna han sido vistas por los sectores de salud, educación, gobiernos y negocios, todos ellos dispuestos a apoyar si estos ahorros son concientizados. A diferencia de otras medidas preventivas en salud, la práctica de la lactancia materna cuesta muy poco en relación a la calidad de salud y nutrición que brinda y a las pocas medidas que habría que implementar para garantizar el éxito, como es el proveer de una nutrición apropiada y de apoyo a la mujer que amamanta. Y a diferencia de muchas medidas preventivas que llegan a tomar hasta décadas para que se perciba algún ahorro en costos de salud, la lactancia materna produce economías en las primeras semanas y en los primeros meses.

El auge de la tecnología así como el excesivo consumismo nos han llevado a asumir que los científicos encerrados en laboratorios estériles puedan llegar a imitar o mejorar lo que la Madre Naturaleza elabora. Los ejecutivos del mercadeo han tenido éxito en la promoción de la fórmula artificial promocionándola como una –alternativa al estilo de vida– o como – leche humanizada o maternizada– a pesar de no tener la más mínima semejanza a la leche verdaderamente humana y materna, relevada a la mujer del –peso que da la Naturaleza– para entregarle en bandeja de plata –la maravilla de la ciencia moderna–: la leche de vaca; en un mundo en el que esas cosas que son nuevas y mejoradas son veneradas, la lactancia materna es evadida, vista como práctica vieja, ancestral, primitiva y hasta innecesaria.

Una de las manifestaciones que ha traído esta innovadora noción, ha sido el desarrollo del –síndrome de leche insuficiente–, una enfermedad que virtualmente no existía hace algunos años y ahora es diagnosticada con mayor frecuencia. Las mujeres cada vez están más convencidas de que son incapaces de amamantar a sus bebés, y resulta que es prácticamente inconcebible e insólito para cualquier mamífero, que habite en su ambiente natural, producir una cría viva y no ser capaz de amamantarlo.

Las mujeres que acuden a consultar al médico, se encuentran con un profesional que es un entusiasta promotor de la fórmula infantil. Los médicos, las enfermeras, los administradores de hospitales y clínicas, los agentes de la salud en general, han colaborado con las compañías manufactureras de fórmula infantil por muchos años y por muchas razones. Por eso, mientras es fácil señalar a las compañías de fórmula infantil como líderes en la batalla contra la lactancia materna, una gran responsabilidad cae en los hombros de los proveedores de la salud.

¿Por qué los proveedores de salud promueven tan fácilmente la fórmula infantil?

Primero y sobre todo: es mucho más lucrativo. El balance económico de ingresos es mucho mayor cuando una sustancia de suministro casi gratuito se reemplaza por una sustancia mucho más costosa y de inferior calidad. Los hospitales, tanto del primer mundo como del tercer mundo, obtienen millones de dólares premiando contratos exclusivos para distribuir muestras de fórmula infantil a las madres que acuden al servicio de maternidad; muchas Organizaciones y Asociaciones Profesionales médicas respaldan la alimentación artificial y con esto se benefician de su relación con las compañías de fórmula infantil, quienes les financian la realización de sus Congresos nacionales o internacionales.

Segundo: estimular a las mujeres a usar alimento artificial para sus hijos, permite – la sincronización y la estandarización–, lo que significa que el médico, la enfermera o el nutricionista, pueden cuantificar exactamente lo que va a ingerir el bebé; esto les permite el control sobre la alimentación del bebé, poder que se pierde cuando es el propio bebé, a través de la succión en libre demanda de los senos de su madre, quien mide y limita su propia alimentación.

Tercero: para el personal de enfermería sería muy inconveniente llevar cada bebé a su mamá para cada alimentación, por lo frecuentes que estas son, por lo que en muchos casos optan por dar el biberón.

Cuarto: los médicos han tenido tradicionalmente muy poco entrenamiento en lactancia materna durante los estudios de pre-grado y de post-grado, y por esto muchas veces no están enterados de los beneficios que trae amamantar; por esto mismo, son incapaces de resolver los problemas de aquellos casos en donde se presentan dificultades.

Quinto: la fórmula artificial conlleva una ganancia de peso dramática, que hace felices a todos los que piensan erróneamente que un bebé más gordo es más saludable; asimismo, los pediatras colocan a los bebés amamantados exclusivamente en las tablas de crecimiento convencionales, que en su momento fueron realizadas con sujetos alimentados, en su gran mayoría, con fórmula infantil e inmediatamente se alarman e indican la suplementación con la fórmula infantil (un bebé amamantado exclusivamente puede oscilar en estas tablas convencionales entre percentiles muy altos, sin que signifique obesidad y en percentiles más bajos, sin que tenga que ser necesariamente malnutrición; hoy en día están por aprobarse las curvas de crecimiento realizadas por la Dra. Katheryn Dewey, para medición de peso y talla de aquellos niños que son amamantados exclusivamente).

La combinación de la propaganda agresiva de la industria de alimentos infantiles, el apoyo médico y la inclinación del consumidor por la libertad, han llevado a un paraíso de libre mercado en donde una plétora de comida instantánea está lista y a la mano y las mujeres han sido conducidas a creer que la elección entre la fórmula infantil y la lactancia materna es simplemente una cuestión de inclinación personal. De hecho, esta noción de libertad de elección, es la lógica que las compañías de fórmula infantil usan para defender sus productos: ¿Quién no está de acuerdo con el concepto de que los adultos racionales deben ser capaces de tomar sus propias decisiones? Pero el problema de enarbolar la bandera de la –libertad de elección– alrededor de los tópicos relacionados con la fórmula infantil es que la elección es una ilusión a menos que sea realmente presentado con información certera y precisa; las elecciones que las mujeres están realizando están basadas en lo que ha venido a conocerse como –la verdad mediatizada–: el resultado de propaganda excesiva e investigación financiada por la industria a su propia conveniencia.

El Líquido: La Leche Humana, líquido biológico vivo y activo, emana a causa de la demanda desde el seno, está en constante cambio para satisfacer las necesidades exactas tanto de la madre como del niño.

El Acto: Amamantar, asegura la salud óptima, el crecimiento y desarrollo físico y emocional del niño; actúa igualmente en la madre a través de una importante protección contra las enfermedades.